Deportes Dentro y fuera del juego
El paralelismo entre el deporte y la vida es innegable. Ejemplo claro de ello es un cuento de uno de los escritores estadounidenses más recordados. El autor es Jack London (1876-1916), reconocido por novelas tan afamadas como Colmillo Blanco y La llamada de la selva; el relato en cuestión es Por un bistec, una historia de boxeo y de estrés financiero.
Su protagonista es Tom King, veterano pugilista australiano de peso completo cuyos días de gloria han quedado en el pasado y ahora vive precariamente con su esposa e hijos. Si antes peleaba por el reconocimiento y el triunfo, ahora debe hacerlo para llevar comida a la mesa y pagar sus deudas. Aunque ya es viejo para el boxeo, aún tiene suerte y consigue un combate ocasionalmente, como sucede cuando le proponen enfrentar a Sandel, joven prospecto recién llegado de Nueva Zelanda.
Tom tiene la necesidad apremiante de ganar las 30 libras que obtendrá quien salga triunfador de este encuentro; por lo pronto, le adelantan las 3 que se lleva el perdedor, pero no son ni de lejos suficientes para solucionar sus problemas. Por si fuera poco, Tom no tuvo una buena preparación para la pelea, ni siquiera se ha alimentado bien. Mientras come lo poco que puede ofrecerle su esposa antes del combate, no deja de pensar en el bistec del que tiene antojo desde hace días y le daría un poco más de fuerza para enfrentar a un joven que tiene todo a su favor para derrotarlo. Para colmo de las desventuras, Tom debe caminar tres kilómetros hasta la arena donde se efectuará el encuentro porque no tiene dinero para tomar un transporte, y eso significa un desperdicio de energía que sabe le hará falta a sus 40 años para pelear contra un veinteañero.
En su camino a la arena, Tom reflexiona sobre el paso del tiempo, sobre el estres financiero y cómo este y el boxeo han hecho estragos en su cuerpo; recuerda sus días como campeón y cómo la fuerza de su juventud vencía a rivales a quienes dejaba al borde del retiro, como él mismo está ahora, pero también al borde de la ruina en todos los sentidos. Sobre todo, Tom recuerda a un viejo pugilista a quien había noqueado y que, ya en los vestuarios, había visto llorar amargamente. Ahora imaginaba la razón de su llanto: seguro tenía una familia que mantener y deudas por pagar y, tras haber caído ante él, no tendría dinero para hacer frente a esos compromisos.
Ya en el ring, Tom define su estrategia: con toda la experiencia y sabiduría adquiridas en el cuadrilátero y la vida, su táctica sería esperar, hacer el mínimo esfuerzo, soportar cada golpe del rival, cansarlo lo más posible y aprovechar una oportunidad, aunque los aficionados estuvieran en su contra, aunque lo arengaran para atacar. Soportaría pacientemente el ímpetu y la fuerza de la juventud a pesar de sus años, del hambre que tenía por un bistec.
Pueden conocer el desenlace de este extraordinario cuento en el libro El silencio blanco o en internet y reflexionar sobre cómo la experiencia y el conocimiento ganados en cualquier aspecto de la vida son poderosas herramientas para mantenernos vigentes en un mundo donde la actualización constante y los cambios son factores que debemos manejar para adaptarnos de la mejor manera posible a un entorno cada día más exigente.
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