El deporte va más allá de ganar competencias o levantar trofeos, de adquirir condición física o lograr una buena figura: también es una oportunidad de ver dentro de nosotros, un momento de introspección, de reflexionar en ese tiempo a solas que nos regala una carrera por el parque con la única compañía del paisaje y nuestros pensamientos; puede constituir la ocasión perfecta de mirar al pasado y rememorar viejas épocas, lo que hemos hecho bien o mal, de olvidarnos del cronómetro tratando de averiguar si romperemos nuestra marca y pensar por un rato en nuestra vida.
Muestra de esto es el poema “Pensamientos del corredor de larga distancia”, del escritor costarricense Jeymer Gamboa (1980), incluido en su libro “Días ordinarios”, publicado en 2011. En sus versos, este poeta nos habla de la relación entre un padre y un hijo que, por alguna razón y como ocurre muchas veces, es distante. Es cuando un día el hijo se va de la casa paterna que su progenitor (que podemos imaginar como un hombre ya maduro) decide, como también podemos atestiguar a menudo, realizar actividad física a pesar de no haber practicado ningún deporte en su juventud. Es así que, en sus esporádicas conversaciones telefónicas, el deporte se convierte en el tema que los reconecta, sobre todo por el entusiasmo mostrado por el padre al relatar cosas que jamás pensó que podría llevar a cabo a sus años. El hijo se asombra ante los logros de su papá, pero también percibe algo más, algo que tiene que ver con su relación.
Les comparto algunos versos del poema para que lo disfruten y reflexionen:
“Después de que me fui de la casa (…) mi papá comenzó a hacer una hora diaria de ejercicio. Compró una bicicleta estática, caminadora de cinta, pesas y ropa deportiva. Luego salió a correr todas las mañanas y desde entonces, en la oscuridad de la madrugada, se puede escuchar su trote sobre las calles de grava del pueblo.
“Este año empezó a competir en maratones y ha convencido a algunos vecinos para que lo acompañen (…) En nuestras breves y esporádicas conversaciones telefónicas a veces me cuenta entusiasmado de estas competencias: un esbozo del paisaje (…) mientras corre, el tiempo realizado durante una carrera o las dificultades que impone el clima y el terreno (…) Ayer me dijo que entró a la meta en el puesto 32 de la categoría veteranos en la media maratón (…) Después nos quedamos en silencio y le dije que debía colgar.
“Pensé en su silueta recortada por la luz del amanecer, corriendo a paso firme por montañas azules, en el sonido de su respiración en la brisa helada como una canción de fondo para sus pensamientos y se me ocurrió que sale a correr todas las mañanas para acortar la distancia que hay entre nosotros”.
Queda abierta la invitación para conocer más de la obra de Jeymer Gamboa y tender otro puente entre la cultura y el deporte.