Literatura para corredores: un cuento de Mónica LavínUna cosa en común tienen la lectura y la carrera de fondo: son actividades solitarias. Leer es una acción que se ejecuta en soledad; asimismo, correr es un deporte individual. Muchos dirán que no siempre es así, que ambas actividades pueden realizarse en compañía. Cierto: hay lecturas en voz alta ante un público que sigue una narración, y también quien corre en pareja o en grupo como forma de motivación y convivencia.
Se me ocurre otra comparación entre la carrera y la lectura: competir en un maratón, con sus 42 kilómetros, es como leer una larga novela de cientos de páginas; participar en recorridos más cortos, por ejemplo un medio maratón o los 10 mil metros, puede equipararse a disfrutar de un cuento, narración más breve que una novela pero no carente de intensidad ni de belleza.
¿Y qué mejor que leer un cuento con el que muchos se sentirán identificados, pues trata sobre una deportista? El relato se llama “La corredora de Cuemanco y el aficionado a Schubert”, de la escritora mexicana Mónica Lavín (1955). Esta es la historia de Sandra, una joven que desea participar algún día en un maratón pero cuya vida laboral no le permite, como pasa con muchos, entrenar a diario, por lo que sólo puede salir a correr sábados y domingos, pero no en las primeras horas de la mañana sino hasta mediodía, pues los viernes por la noche sale a divertirse y se desvela.
No obstante, Sandra no pierde el optimismo y va a trotar a lugares como el Bosque de Chapultepec, los Viveros de Coyoacán, el Bosque de Tlalpan y, finalmente, Cuemanco, todos ellos sitios emblemáticos para los corredores de la Ciudad de México porque resultan ideales para practicar su deporte y todo runner chilango ha visitado alguno de ellos por lo menos una vez. La protagonista tiene predilección por este último punto por sus canales, pues el paisaje acuático le da la sensación de estar corriendo fuera del otrora Distrito Federal.
Como sucede con muchas personas que salen a devorar los kilómetros, Sandra lo hace acompañada de su música favorita. Hoy en día, numerosos aficionados al running cubren sus distancias motivados con las listas de reproducción de sus celulares. La música predilecta de Sandra es la clásica, en especial la del compositor austriaco Franz Schubert (1797-1828), razón por la que, tratando de saber más sobre la obra de este artista, conocerá al otro protagonista de esta historia, Guillermo, gran aficionado de los conciertos que se ofrecen en la Sala Nezahualcóyotl de la UNAM, cuyo campus, por cierto, constituye otro punto perfecto para correr por sus amplios y hermosos espacios.
Pueden averiguar el desenlace de “La corredora de Cuemanco y el aficionado a Schubert” en el libro del mismo nombre, publicado en 2008, y, además de constatar una vez más que deporte y literatura tienen puntos de encuentro, conocer la obra de Mónica Lavín, una de las escritoras mexicanas más importantes de la actualidad.