Dentro de los diversos mundos que subyacen en el gran mundo del deporte encontramos uno que, aunque legal, habita en esa delicada frontera entre lo socialmente aceptable y aquello que puede conducir a un aficionado a la ruina económica y moral. Me refiero a las apuestas, que últimamente han tenido mayor presencia en deportes tan populares como el soccer y el futbol americano, por citar dos casos, a través de diversas casas de juego por aplicación que se anuncia en las transmisiones de los partidos.
Es así que cualquier fanático tiene la opción de apostar no sólo por qué equipo ganará el duelo, sino también por qué diferencia de anotaciones, por ejemplo, o incluso por el color de la bebida energética con la que bañarán al entrenador del conjunto vencedor del Super Bowl.
Asimismo, hay deportes a los que siempre se les ha relacionado con las apuestas y con personas que lo mismo han hecho una fortuna al seguir una corazonada que perdido todo en un mal pronóstico. Uno de esos deportes identificados con las apuestas son las carreras de caballos, que le sirvieron de inspiración al escritor mexicano Javier García-Galiano (1963) para su cuento “Especulaciones cabalísticas”.
En esta historia conocemos a Gordon Taylor, aficionado del deporte hípico y apostador empedernido desde su niñez, pues su padre lo llevaba a los hipódromos de Inglaterra e Irlanda, donde le inculcó esa práctica. El protagonista recuerda aquellos años de infancia en que su corazón fue conquistado por una yegua, Eight Belles, cuyo trote y pelaje negro bastaron para intentar convencer a su progenitor de apostar a su favor, lo que finalmente consigue.
Con las esperanzas puestas en ese animal, Gordon sigue la carrera con total atención y emoción. Cuando parece que Eight Belles tiene oportunidad de ganar, ocurre la fatalidad que marcará al protagonista para siempre: en una curva, por lo resbaloso de la pista a causa de la pertinaz lluvia, la oscura yegua resbala y cae. Por supuesto, esto no solo provoca que pierda la competencia: con los tobillos fracturados, el hermoso ejemplar es sacrificado.
Gordon culpa de la tragedia al jockey que montó a Eight Belles aquel infausto día, Walter Hamilton, por lo que le guarda un odio que ha perdurado a través de los años. Tan es así que, en las casas de apuestas que Gordon frecuenta todos los días, en cuyas pantallas se transmiten carreras de caballos y galgos de todo el mundo, además de otros deportes, siempre que se entera de que Hamilton montará a algún equino, desea fervientemente que este vengue de alguna manera la muerte de su amada yegua.
Con la experiencia adquirida a lo largo de toda una vida apostando, Gordon conoce a la perfección los defectos y virtudes de cada caballo, cada jinete, y mal que bien le debe lo mucho o poco que tiene a esta manera de subsistir. Pero la pasión que alguna vez sintió por las carreras, sepultada bajo años de ganar y perder dinero, revive cuando descubre a Red Arrow, caballo que le recuerda a su añorada Eight Belles. Debido a ello, sigue la ascendente trayectoria de este equino hasta llegar a una carrera importantísima, las Dos Mil Guineas irlandesas. Convencido del triunfo de Red Arrow, Gordon está dispuesto a apostarlo todo por él, pero el desconcierto y la tristeza le resultan inevitables cuando se entera de quién montará a su nuevo favorito: el odiado jockey Walter Hamilton…
Los invito a conocer el final del relato “Especulaciones cabalísticas” en el libro del mismo nombre, de la autoría de Javier García-Galiano, disponible en e-book.