En numerosas ocasiones, las rivalidades en el deporte también reflejan una contienda geográfica, que puede darse entre barrios de una misma ciudad, ciudades de un mismo estado, dos estados vecinos e incluso entre países colindantes. Para muestra tenemos la añeja disputa entre Atlas y Guadalajara por la preferencia de los aficionados tapatíos en el futbol mexicano, entre el León y el Irapuato en el estado de Guanajuato, entre el Santos Laguna y los equipos de Monterrey, y a nivel internacional entre Uruguay y Argentina, entre otros ejemplos.
Hablando de rivalidades a nivel ciudad en el beisbol, en México está el caso de los Diablos Rojos y los Tigres, que durante años se enfrentaron en una “guerra civil” cuando ambas novenas jugaban como locales en la capital del país, la cual continúa a pesar de que el equipo felino haya emigrado y ahora tenga como sede a Cancún, Quintana Roo.
Esta enemistad nacida entre dos localidades vecinas que encuentra un modo de expresión en el Rey de los Deportes es el tema del cuento “La gloria de Mamporal”, autoría del escritor venezolano Andrés Eloy Blanco (1896-1955). El relato nos habla de la vieja rivalidad entre dos pequeñas ciudades, Mamporal y Manatí. A lo largo de su historia, conscientes de que ninguno de los dos es demasiado importante a nivel nacional para competir contra la capital, ambos pueblos se han contentado con sus modestos pero importantes asuntos y luchado entre sí en todos los aspectos.
Es así que cualquier tema social, político, religioso o de cualquier otra índole en que uno de los dos sobresalga es motivo para que el vecino busque superarlo, y no existe mayor oportunidad de demostrar que se es mejor que el odiado enemigo que un partido de beisbol, el deporte favorito de toda la nación.
En efecto, ambas localidades se paralizan cuando se lleva a cabo una serie de enfrentamientos entre el Mamporal Athletic Club y el Nueve Estrellas de Manatí. En el primer duelo, los peloteros de Mamporal se llevan la victoria por pizarra de 32-20 con 27 hits y fungiendo como locales; cuando pagan la visita, los de Manatí cobran revancha y salen vencedores, por lo que el tercer juego decidirá cuál novena, y qué ciudad, es la mejor.
En la octava entrada del último cotejo, cuando los mamporalenses llevan las de perder pues van cayendo 39 carreras contra 23, un pelotero de ese equipo intenta robarse la segunda base. De esta jugada nacerá una descomunal bronca que tendrá que ser sofocada por las autoridades y para una de las novenas representará una humillación y una desgracia de la que difícilmente la ciudad se levantará… a menos que a los perdedores se les ocurra una forma de desquitarse de esta afrenta.
Pueden encontrar “La gloria de Mamporal” en internet e incluso escuchar este relato en la plataforma de videos musicales más famosa del mundo para que conozcan su final y disfruten de esta pieza literaria inspirada en el Rey de los Deportes.