El fútbol es un deporte mundial que mueve millones y millones. Sin embargo, detrás de cada billete no hay solo representantes o marketing sino también está el negocio de las barras bravas o grupos de aficionados/hinchas mas radicales.
¿Qué son las barras bravas?
Las barras bravas son un grupo de seguidores radicales de un determinado equipo de fútbol que se organizan para mostrarle su apoyo incondicional al club del que son fanáticos, pero usando en la mayoría de las veces la violencia como método de comportamiento. A los miembros de las barras bravas se les puede identificar por una serie de cuestiones: siempre se sitúan en la misma zona de las tribunas, principalmente en el centro; dirigen como un director de orquesta los cánticos y hasta la entonación con la que se deben pronunciar.
Además, suelen llevar el uniforme más reciente de su equipo, también tienen tatuado el escudo de su equipo en su cuerpo y en las banderas que llevan aparecen en letras grandes el nombre de la agrupación que integran.
Los integrantes de las barras bravas en su mayoría son hombres jóvenes de clase baja y el promedio de edad ronda en los 20 años para los puestos más bajos y en 35 años para los jefes que suelen tener una determinada cantidad de años de antigüedad en el grupo. Otro aspecto a mencionar es que son personas desocupadas, con una baja escolaridad, hasta en algunos casos no terminaron el colegio secundario y que conviven en un ambiente rodeado de violencia, drogas y alcohol. Frente a las pocas oportunidades que se les presentan debido a lo mencionado y gracias a sus conocidos, les resulta más fácil formar parte de alguna de las barras bravas del barrio en donde viven.
¿Qué función cumplen las barras bravas?
Las barras bravas son vistas por algunos de los turistas y por determinados fanáticos del mismo club como la mejor expresión de pasión en el fútbol. Sin embargo, son la máxima cara de la violencia en el deporte porque terminan siendo mucho más peligrosos que el hooligan tradicional de Inglaterra. Vale aclarar que el término “hooligan”, especialmente en Europa, hace referencia a los miembros de un grupo organizado de apoyo a un equipo de futbol que usa la violencia como recurso de expresión. En Rusia y en otros países europeos, se le denomina “ultras”. Ambos serían el equivalente de las barras bravas en Latinoamérica.
Dicho lo anterior hay que diferenciar que las barras bravas son clasificadas como una más de las diversas tribus urbanas que existen en las grandes metrópolis, debido a que se rigen bajo ciertos patrones de conducta y códigos culturales. Como toda tribu urbana tiene un objetivo y un fin, en el caso de las barras bravas es ganar dinero como sea: cumpliendo una función territorial y representativa en la región como la de ser punteros políticos o ejerciendo la delincuencia para el político o la policía de la zona. También como empleados en el club de los que son fanáticos y el cual queda cerca de su hogar, entre otras actividades. Además del nombre, esta es la principal diferencia con el “hooligan” o “ultra” de Europa que no busca el negocio con el club, sino solo ejerce la violencia y luego se va a la casa o termina preso.
El negocio de las barras bravas
En la pregunta anterior explicamos que las barras bravas tienen un papel más complejo que el solo hecho de alentar a su equipo favorito. Las barras bravas se perciben a sí mismas como un grupo de guardianes auténticos y verdaderos con el único objetivo de defender su pasión por el club. Sin embargo, como en toda tribu, poseen una escala de jerarquías y son los miembros de más alto nivel que reciben pagos por el club del que son fanáticos, tanto por parte de los dirigentes, de los jugadores o en determinadas ocasiones incluso comisiones por negocios o por la venta de algún jugador.
Otras actividades que podemos mencionar, en primer lugar, son la reventa de entradas, por eso en ocasiones hay estadios llenos en un gran porcentaje pero con varios lugares vacíos porque no lograron obtener el exorbitante precio que pedían. En segundo lugar, la venta relacionada a todos los productos del club tanto de manera legal siendo empleados en las tiendas oficiales o de manera ilegal por internet. En tercer lugar, ejerciendo el cargo de seguridad privada y determinando quién entra y quién no tanto en los partidos de local que disputa el club como en los recitales de música. Por último, la venta de sustancias prohibidas en las adyacencias del club.
Se produce una alianza entre los dirigentes, los jugadores y las barras bravas que resulta muy difícil de quebrar. Cuando esto sucede, es imposible volver para atrás y disolver lo pactado. Lo que comienza como una “cooperación amistosa” en beneficio del club termina siendo una verdadera pesadilla para los dirigentes y/o los jugadores. Al no cumplir con pagos o viajes o con entregar el último uniforme del club, las barras bravas sacan su lado violento y extorsionan a algunos de los dirigentes y/o jugadores con amenazas hacia su seguridad y/o a la de sus familiares si no cumplen con su “cuota benéfica”.
Por último, otro de problema que tienen los dirigentes y los jugadores son las peleas entre las distintas fracciones de las barras bravas tanto dentro como fuera de los estadios. Esto se debe al poder que se obtiene al ser la barra brava oficial del club, un poder que asegura la libertad absoluta: conseguir lo que quieran, obtener el poder garantizado y con el paso del tiempo acumulan más y más poder, además de ganar visibilidad. Sucede que a veces estas peleas entre fracciones no son simples batallas de golpes a mano si no llegan al extremo de usar armas de fuego, e incluso causando la muerte de la fracción. Ya sea por una mejor calidad de vida o por los beneficios que representa, muchos quieren entrar en el negocio de las barras bravas pero pocos acceden.