Al tratarse de una actividad física, la práctica de cualquier deporte conlleva riesgos para la integridad de los atletas. Por supuesto, con los debidos cuidados y la preparación adecuada, no hay de que preocuparse, aunque siempre existe la posibilidad de accidentes. Esto nos hace pensar en que, sobre todo en las disciplinas de contacto, los deportistas constantemente se juegan la vida. Sin afán de ser alarmista, los aficionados recordarán numerosos casos, tanto en México como en otros países, de severos percances en el box, la lucha libre, el automovilismo e incluso el futbol, donde se pensaría que hay menor peligro para los jugadores.
Todo esto viene a colación por una de las películas sobre deporte más dramáticas, emotivas y conmovedoras que existen. Se trata de Golpes del destino (Million dollar baby), de 2004, protagonizada por Hilary Swank y Clint Eastwood; este último también dirigió el filme. Esta es la historia de Maggie Fitzgerald (Swank), una boxeadora de 31 años que llega al gimnasio de Frankie Dunn (Eastwood), veterano entrenador, con el objetivo de que la prepare. Sin embargo, Dunn se niega rotundamente porque, dice, él no entrena a mujeres. Lejos de decepcionarse, Maggie acude al gimnasio todos los días con la esperanza de convencerlo, y no es hasta que Dunn es abandonado por uno de sus mejores prospectos en la antesala de la pelea por un campeonato mundial que, renuente a aceptarla y con la condición de que solo le enseñará algunos conceptos básicos hasta que encuentre a alguien realmente interesado en entrenarla, toma a Maggie bajo su tutela. En esto también influyen las carencias emocionales de ambos personajes: Maggie no solo busca un manager, sino también un lazo afectivo que no encuentra en su familia, mientras que Dunn, de alguna manera, ve en la joven un lejano reflejo de su hija, quien no puede perdonarle un error en su relación, al parecer rota para siempre.
Es así que esta unión deportiva y afectiva rinde buenos frutos cuando Maggie comienza a ganarse la admiración de los aficionados y del propio Dunn al vencer a cada rival que se le pone enfrente, siempre por nocaut. Esta meteórica carrera le brinda a la joven la oportunidad de ir por un campeonato mundial; sin embargo, encontrará en la Osa Azul, la monarca vigente, a una contendiente de peligro no solo por su fortaleza y experiencia: también por su característico juego sucio. En este combate ocurre un hecho decisivo tanto para Maggie como para Dunn, pues la pugilista sufre un percance en el ring que parece acabar no únicamente con su carrera, sino con su vida misma.
Son muchos los temas sobre los que esta cinta nos hace reflexionar, ya que a través de la historia somos testigos de la mezquindad de la familia de la pugilista, sus deseos de superación, la felicidad que le brinda el deporte en medio de una existencia difícil, el positivo cambio que se produce en el viejo entrenador, la decisión tomada por Maggie ante su nueva condición, la emotividad de las situaciones planteadas.
Por si faltaran motivos para ver o volver a ver Million dollar baby, baste decir que las interpretaciones de Swank y Morgan Freeman, quien también tiene un rol en el filme, fueron merecedoras del Óscar a Mejor Actriz y Mejor Actor de Reparto, respectivamente, mientras que Clint Eastwood fue nominado a Mejor Actor y ganó la estatuilla a Mejor Director por esta obra, que se llevó el premio a Mejor Película.