Dentro del atletismo, las carreras de velocidad son muy populares. Baste recordar los 100 metros planos, la llamada prueba reina, que en cada edición de Juegos Olímpicos acapara reflectores a pesar de su brevedad: en menos de 10 segundos tenemos al ganador, el corredor más veloz del orbe.
Sin embargo, detrás de esa efímera competencia hay años y años de preparación, horas y horas de entrenamiento, una vida de disciplina, esfuerzo, perseverancia. Pero las circunstancias que un corredor de pista debe vencer para alcanzar su meta no solo se limitan al aspecto deportivo: también existen circunstancias personales de lo rodean e influyen en el resultado de una carrera, positiva o negativamente.
Este esfuerzo físico y emocional que un corredor realiza para cruzar la meta en primer lugar es el tema de la película de 2014 “4 minutos para la gloria” (4 minute mile), protagonizada por Kelly Blatz y Richard Jenkins y dirigida por Charles-Olivier Michaud. La trama gira alrededor de Drew Jacobs (Blatz), un joven corredor de 400 metros que cursa la preparatoria. A pesar de su talento innato para el atletismo de velocidad y dedicación a su disciplina, le hace falta un impulso final para ser el mejor del equipo colegial y revertir las burlas de sus compañeros por siempre quedar debajo de las expectativas.
Harto de esta situación, Drew abandona al equipo y busca el apoyo del veterano entrenador Coleman (Jenkins), otrora atleta que aún ostenta la marca de los 1,600 metros a nivel colegial de todo Estados Unidos. No muy convencido de la convicción del joven para tomarlo bajo su tutela, Coleman no solo pone a prueba sus aptitudes físicas: también su paciencia, mentalidad y sacrificio para conseguir su objetivo.
Pero el extenuante entrenamiento y el carácter del viejo entrenador no es lo único que Drew debe afrontar: también una difícil relación con su hermano mayor, quien, tras la muerte de su padre, se ve involucrado con maleantes que ponen en peligro la vida de ambos y la de su madre.
Cuando Drew, tras un tiempo como pupilo de Coleman, sufre una nueva derrota en los 400 metros, sigue el consejo de este de cambiar a la prueba de los 1,600 pues, según la opinión del experimentado entrenador, sus rivales no serán capaces de superarlo en dicha distancia.
Así las cosas, el joven asume el reto de vencer el dolor físico del duro entrenamiento y el emocional de su conflictiva vida familiar, así como el de su tirante relación con Coleman, quien, víctima del alcoholismo, dejó una promisoria carrera deportiva y no desea para su pupilo un futuro similar, sino que venza los miedos que no le permiten romper sus limitaciones no únicamente en la pista, sino en todos los aspectos de la vida.
Pueden encontrar “4 minutos para la gloria” en plataformas de video bajo demanda y comprobar que esos breves minutos para ganar los 1,600 metros son solo el punto final de una carrera de mucho tiempo que no atestiguamos.