Lejos del glamur de las grandes figuras que ganan sueldos millonarios, de modernos estadios repletos de aficionados, de verdes canchas lisas e impecables, subsisten los humildes equipos que cada domingo se raspan las rodillas en campos de tierra y juegan con balones gastados por miles de patadas en busca del gol que les permita la modesta gloria de levantar un trofeo que un día terminará arrumbado pero será evidencia de la grandeza que el futbol es capaz de otorgar.
Este es un aspecto del balompié que muestra la película italiana “Un partido decisivo” (La partita), de 2020, protagonizada por Francesco Pannofino y Gabriele Fiore y dirigida por Francesco Carnesecchi. El Sporting Roma es un equipo amateur que nunca ha levantado una copa. Sin embargo, ahora se encuentra ante su gran oportunidad al disputar la final del torneo local. Las esperanzas están puestas en su jugador estrella, Antonio (Fiore), un jovencito con ilusión de triunfar.
En la primera parte de la cinta atestiguamos los cuarenta y cinco minutos iniciales del encuentro, donde, ante la desesperación del entrenador Claudio Bulla (Pannofino), quien ha estado al frente del equipo treinta años, el Sporting parece perdido al ir cayendo 3-0 y con su goleador en una tarde para el olvido al tener, inexplicablemente, la peor actuación de su vida.
Al medio tiempo el filme da un giro y comenzamos a entender las extrañas circunstancias que derivan en la derrota parcial del Sporting Roma. El dueño del equipo, Italo (Alberto Di Stasio), es víctima de mafiosos que, ante su ingenuidad, lo obligan a garantizar la caída de su escuadra en la final para manipular apuestas. Asimismo, el viejo propietario está en bancarrota por cubrir las deudas de su hijo, que, además, lo embarca en el proyecto de cubrir con pasto artificial la vieja cancha de tierra de su pequeño estadio con miras a hacer del lugar un negocio más lucrativo. Sin embargo, su precaria economía no podrá sustentar el proyecto y acarreará más deudas.
También conocemos la razón del decepcionante desempeño de Antonio, pues su padre, desempleado, le pide que no haga goles en la final por el bien de la familia, que lo ayude, que ya habrá otra oportunidad de ganar. El joven, ilusionado con obtener la copa, se niega, pero finalmente cede a la angustiosa solicitud.
Así las cosas, el panorama es oscuro para el Sporting Roma, hasta que, con el orgullo herido, Antonio comienza a entregar su mejor futbol y pone el marcador 3-2 a escasos minutos de terminar el partido, aunque ello signifique la ruina de los otros involucrados, incluido su padre.
“Un partido decisivo” está disponible en la plataforma streaming más popular del mundo para hacernos reflexionar sobre los sueños que el futbol despierta, pero también sobre las mafias que lo rodean y amenazan la inocencia de un deporte que, como dice el dueño del Sporting, nació de la tierra, del polvo, de lo más humilde, pero hoy es víctima de ambiciones comerciales desmedidas.